Artículo publicado originalmente el 14 de enero de 2016 en Grandes, medianos y pequeños
Leer puede definirse de distintas maneras. Leemos el mundo, leemos a las personas, leemos las nubes, las risas y las lágrimas. Pero la única lectura que parece ser importante es la capacidad de comprender el código escrito.
Jacobo tiene 9 años y hace unos meses comenzó a leer. ¡Por fín! pensarán algunos que andaban preocupados en silecio por el “futuro” de mi hijo. Yo lo observo con una mezcla de alegría, ternura y orgullo, me siento orgullosa de él y también de nosotros como familia. Jacobo siguió el mismo proceso que siguieron todos, sólo lo hizo en su momento, sin afán, sin presión, si etiquetas, sin complejos. Acompañado por su familia, sin ser descalificado, sin creer que le faltaba inteligencia, sin ser mandado a ninguna terapia, respondiendo a quien le preguntara, que aún no sabía leer porque “eso todavía no le interesaba”.
Yo lo sabía, lo había leído y escuchado muchas veces, tarde o temprano todos leemos, pero ha sido lindo poder presenciarlo y acompañarlo. ¡Me encanta esto de vivir como si el colegio no existiera!